Importancia de la pequeña producción familiar
Estas unidades de producción familiar, aportan, el 85% de la producción
nacional de frijol, el 80% de la cebolla, el 75% de la de yuca, el 70% de la
papa, el 70% de la de café, el 55% de la de leche y el 40% de la carne, siendo
la principal y a veces única fuente de empleo e ingresos de la población rural.
(Masís,G.2018,p.229)
La producción familiar se encuentra en el marco de la actividad
agrícola, que genera en la actualidad, 233.500 empleos, un 11,7% de la
población ocupada y aporta el 40% de las exportaciones.
Los trabajadores agrícolas por cuenta propia y sus familiares no
remunerados, en su mayoría agricultores familiares, tienen el nivel más bajo de
ingresos de las diferentes categorías de inserción laboral en las zonas
rurales.
En el país, la pobreza y la pobreza extrema han tendido a ser más
elevadas en las zonas rurales, pero también la informalidad del empleo y el
bajo acceso a redes de protección social, lo que genera una situación de gran
vulnerabilidad.
La pobreza rural se ha asociado tradicionalmente con la existencia de un
gran contingente de pequeños productores agrícolas de baja productividad, con
poca tierra y de baja calidad, y acceso limitado a bienes públicos.
De manera que si la pobreza global es del 24.2% en las zonas rurales,
los mayores niveles están en las zonas Brunca y Pacífico Central, con el 30.3%
y 29.8% respectivamente, el deterioro de la pobreza podría ser aún mayor en
ellas y el efecto sobre la inseguridad alimentaria sería negativo.
La incidencia de la pobreza no solo es mayor entre las personas que
viven en áreas rurales, sino también entre niños, adolescentes y jóvenes;
indígenas; mujeres en edad de trabajar; personas con niveles educacionales más
bajos, y quienes no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas.
Los efectos de la pandemia sobre la producción agroalimentaria
Las cadenas de producción de
porcicultores, avicultores y en menor medida horticultores, estuvieron
imposibilitados de poder colocar sus productos, los cuales en su mayoría se
comercializan a nivel local. En el caso del cerdo, se calculó entre $7 y $8 millones la
pérdida en productos que no se estaban vendiendo y se buscó la forma de
congelarlos para que no se perdieran. Según los porcicultores el
consumo de carne de cerdo cayó en un 30% por la crisis.
En el caso del mercado avícola, los grandes suplidores del mercado
nacional, constituido por las empresas PIPASA y Pollo el Rey, con cerca del 70%
del mercado nacional, se vieron
impactados, el primero entre un 15 y un 20% de sus ventas totales y el segundo
de una manera más crítica porque han llegado al 35% en la reducción de sus
ventas, a partir del cierre de restaurantes, bares y hoteles.
El impacto de la pandemia fue considerable en algunas actividades
agrícolas tales como la producción de flores y follajes, pero también en piña,
papa, yuca, café, cebolla, melón, plátano y miel de abeja, que de acuerdo al
Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) registra una afectación total
de ¢28.055 millones (LN.com,21-8-2020).
La actividad agropecuaria según el Indice Mensual de
Aactividad Económica(IMAE), el decrecimiento interanual(2020-21) fue de 1.3%
por la menor producción de flores, follajes y plantas, descenso que no ha sido
tan pronunciado debido a que las exportaciones de azúcar, café oro y carne
impulsaron al sector agrícola y a que la producción interna se ha mantenido
relativamente estable gracias a que los mercados locales como las ferias del
agricultor se han mantenido funcionando.
A la situación de descenso en la demanda interna de productos, se
sumó el diferendo con el vecino país de Panamá por el bloqueo impuesto a las
exportaciones de algunos productos alimenticios que ha afectado a productos de
19 plantas costarricenses de lácteos y derivados lácteos, carne de bovino,
carne de cerdo, carne procesada de aves y de embutidos, que en lo que respecta
a la leche ha supuesto la prohibición de exportación de 80 mil litros diarios
de leche. Las Autoridades del Ministerio de Agricultura elevaron la
denuncia a la Organización Mundial del Comercio.(LN.com,6-8-2020)
El impacto de la pandemia sobre la producción agrícola
Además de los efectos sobre la producción de las industrias cárnicas y
avícolas, otras actividades como la producción de queso y derivados lácteos en
manos de pequeños productores, habían reportado desde inicios de la pandemia
haber sido afectadas debido a la interrupción de las cadenas de
comercialización generada por el cierre de hoteles y restaurantes.
En algunas zonas
rurales del país, como Upala, Alfaro Ruíz y Santa Cruz de Turrialba, los
pequeños productores de leche y de quesos, tuvieron problemas para colocar los
productos y vieron una reducción significativa de la demanda de los
mismos. Los afectados de Upala unos mil pequeños lecheros producen de 25.000 a
30.000 litros diarios, pero por la reducción de sus compras debieron despedir a
unos 2.000 empleados y botar 1.200 litros de leche.
En Zarcero, el gerente de la cooperativa Coopebrisas, advirtió de que 69
productores pequeños tuvieron la entrega del alimento en peligro. Esto porque
la empresa, desde hace varios años, distribuye productos a los hoteles, sobre
todo en Guanacaste, los cuales cerraron sus puertas y dejaron de
comprar. Mientras que en Santa Cruz de Turrialba, muchos pequeños
productores que no van a las ferias del agricultor a vender quesos, dependen de
las compras de intermediarios quienes llegan a sus fincas, por lo que fueron
los que más sufrieron con la menor demanda. (Alterdescr,4-2020)
El Ministerio de Agricultura y Ganadería
estimó en 2020 que la pandemia había afectado la producción agrícola destinada
al consumo interno en un monto cercano a ¢1.322 millones, luego de consultas
hechas a los productores por los funcionarios de las oficinas regionales.
Ubicando
la afectación por cultivo, señaló que el mango, tuvo una pérdida estimada de
¢350 millones, le siguieron el plátano con ¢269,5 millones; la zanahoria con
¢250 millones; la leche con ¢156,8 millones; la cebolla y el ajo con ¢76
millones; y el queso con ¢ 63 millones.
También
se encontraron pérdidas importantes en fresas, frutas, guayaba y otras
hortalizas, además en empresas que producen para el Programa de Abastecimiento
Institucional (PAI), que en el sector de cárnicos reportaron ¢194 millones y en
el de pollo y huevo, por ¢121 millones, para un total de ¢315 millones.
(LN,Economía,17-4-20)
Implicaciones para el sistema agroalimentario
Sin embargo, fue posible establecer
algunas vulnerabilidades ligadas al sistema de distribución de alimentos, a los
trabajadores que participan en el sistema, además de vulnerabilidades ligadas a
la condición socioeconómica de la población.
Tomando como punto de partida que el
país ha mantenido funcionado sus mercados con relativa normalidad y de que los
riesgos de desabastecimiento alimentario fueron limitados, se pudo establecer
que se han presentaron algunas interrupciones en la operación de las cadenas
internas de comercio y también en la cadena regional, con el cierre de la
frontera entre Nicaragua y Costa Rica para el transporte de carga.
En el ámbito de los trabajadores
vinculados a los sistemas alimentarios, se indica que dado que la agricultura
es intensiva en mano de obra, frente al COVID-19, los trabajadores de todos los
eslabones de la cadena estuvieron expuestos desde el punto de vista tanto
físico como económico.
En las empresas productoras y
exportadoras de alimentos en sus fases de transformación y empaque como ocurrió
en la zona norte, el riesgo de contagio aumentó por la mayor proximidad física
entre personas requerida para llevar a cabo las actividades y la necesidad de
trabajar in situ.
Los trabajadores de los mercados
mayoristas y minoristas (ferias, mercados y supermercados) siguieron trabajando
en una situación de alto riesgo de contagio y sus sueldos no compensaban ese
mayor riesgo y, en el caso de los repartidores de comida a domicilio, los
ingresos también son bajos y la informalidad es elevada.
Mientras tanto, en la producción
agrícola familiar y de pequeñas fincas, los trabajadores requieren un nivel de
proximidad física con otras personas para llevar a cabo sus tareas; dichas
tareas asociadas no pueden realizarse de forma remota y por ello los
trabajadores siguieron circulando e interactuando entre sí, incluso en los
periodos de fuerte confinamiento.
Durante la pandemia, ingresó a todas
las ciudades de la Gran Area Metropolitana y centros poblados de las demás
regiones, camiones con alimentos producidos por miles de agricultores y
pescadores artesanales, que llegan finalmente a las mesas de los consumidores
costarricenses.
Ellos se podrían haber refugiado en
sus casas para evitar el contagio, pero optaron por no detener su
actividad. Es paradójico que la inseguridad alimentaria y la pobreza
estén presentes en la gran mayoría de los hogares de estos agricultores, que no
tienen derecho a la seguridad social, vacaciones o acceso a servicios de salud,
además de que los trabajadores agrícolas presentan altos niveles de
informalidad y sus ingresos son inferiores al promedio del empleo no
calificado.
Con respecto a las vulnerabilidades
socioeconómicas, teniendo en cuenta que la línea de pobreza extrema se
determina a partir del costo de la canasta básica de alimentos, las personas
que se encuentran por debajo de esta línea no cuentan con ingresos suficientes
para cubrir los costos básicos de alimentación. Esto significó que
la caída económica de este año 2020(un 3.6%) repercutió directamente en la
seguridad alimentaria de miles de personas y que el hambre se derivó de la
pobreza (en particular, de la pobreza extrema).
Medidas que favorecieron la
permanencia de la producción agroalimentaria
La implementación de políticas macroeconómicas
y sectoriales para estabilizar la economía y apoyar a los sectores productivos,
especialmente a las pequeñas y medianas empresas, de modo que se asegure la
disponibilidad de alimentos fue fundamental. Las medidas incluyen
refinanciamiento, reducción o postergación de pagos, disminución de impuestos,
flexibilización de contratos y aplicación de subsidios.
Se aprobaron medidas para que los bancos de brindarán una admistía de 3 meses a
las pymes y trabajadores en el pago de sus créditos y a la determinación del
INDER de aplicar el no pago de los créditos en ese mismo período a más de 900
productores(Alterdes,cr,2020), medidas que ahora se solicita prorrogar por 3
meses adicionales
El Fondo Nacional para el Desarrollo
(FONADE) efectuó una condonación de obligaciones financieras de primer piso que
mantienen con esa entidad para 2.705 microproductores y pequeños y medianos
productores agropecuarios de las diferentes zonas agrícolas del país
Por su parte, el Sistema de Banca
para el Desarrollo (SBD) otorgó una moratoria en el pago de capital e intereses
por hasta 6 meses en créditos con recursos del SBD para empresas con grave
afectación económica y un período de gracia de hasta 12 meses en el pago de
capital de operaciones financiadas con recursos del SBD para empresas con
mediana afectación económica. También brindó refinanciamiento de
operaciones de crédito con recursos del SBD para capital de trabajo de
emergencia y fondos no reembolsables para 200 pequeñas y medianas empresas
(pymes).(FAO,Boletín, 2020)
En la adaptación de la logística de
las cadenas de suministro y para que la agricultura siga funcionando han sido
importantes las siguientes medidas: la adopción de nuevos protocolos
sanitarios; la capacitación de la fuerza de trabajo, el ajuste del nivel de
funcionamiento en las plantas agroindustriales, la reprogramación de siembras y
cambios en la elección de rubros productivos, entre otras. Estas medidas han
sido dirigidas a todo tipo de empresas, incluidas las fincas de la agricultura
familiar.
En el reforzamiento de los programas
de seguridad alimentaria estatales con el apoyo de organismos de las Naciones
Unidas, se ha mantenido el programa de comedores escolares, mediante la
distribución directa de bolsas de alimentos dirigidos a la población
estudiantil más vulnerable, habiéndose efectuado 9 entregas de alimentos.
Ligado a la distribución de alimentos
a los comedores escolares, es necesario mencionar la labor del Programa de
Abastecimiento Institucional(PAI) que ha organizado la compra, acopio y envío
de las bolsas de alimentos a las escuelas y comunidades.
Pero la medida más acertada fue no
cerrar las ferias del agricultor que ha sido el canal de comercialización de
los pequeños agricultores, que abastece cada semana el suministro de alimentos
frescos en las ciudades,
También ha sido importante la
articulación de los actores en redes y el fomento del comercio digital y otras
opciones de circuitos cortos de comercio. En este sentido, se han establecido
mercados virtuales institucionales en el Ministerio de Agricultura y en el
Instituto Nacional de Aprendizaje)INA), así como mercados virtuales locales en
Pérez Zeledón y la zona de los Santos.
Por su
parte el programa Motor rural del Instituto de Desarrollo Rural(INDER)se enfocó
en la necesidad de disminuir el impacto negativo generado por la pandemia en la
condición de las familias; y por ello se dirigió a impulsar acciones para
fortalecer las actividades de reactivación económicas de los territorios
rurales. (ElPaís.cr, 23-9-2020)
Mercado Rural CR, ha sido un catálogo digital de Productos Rurales, para
que los emprendedores y organizaciones apoyadas por el INDER en los territorios
muestren sus productos, efectúen contactos directos con compradores y puedan
mejorar la comercialización de sus productos. Se trata de una
plataforma totalmente gratuita para el mercadeo digital de pequeños y medianos
emprendedores.
La amenaza al comercio se convirtió
en una oportunidad para crear nuevos mecanismos de comercio y reveló la
importancia de reforzar la institucionalidad del sector agropecuario.
La FAO en
su pronunciamiento sobre los efectos de la pandemia en la seguridad alimentaria
en América Latina, afirma que “para garantizar la oferta de alimentos básicos,
es clave mantener el funcionamiento de las explotaciones agropecuarias, con
especial atención a la agricultura familiar campesina, facilitar el transporte
y acceso económico a insumos productivos (semillas, fertilizantes, piensos,
etc.) y a maquinaria e infraestructura”. (FAO, Boletín, 27-4-2020).
Conclusiones
La producción agroalimentaria y algunas de sus principales cadenas
productivas, se han visto afectadas por las medidas sanitarias adoptadas por la
pandemia, reduciendo considerablemente el consumo y la demanda de productos
alimentarios, sin embargo han logrado enfrentar los cambios en los procesos de
comercialización mediante mecanismos para reducir la producción, adecuar las
líneas de procesamiento y buscar mercados alternativos
El impacto de la pandemia sobre el empleo y la reducción de ingresos de
la población, en efecto disminuyó el acceso a alimentos y generó inseguridad
alimentaria, pero el surgimiento de bonos y ayudas estatales contribuyó a
mantener el consumo de alimentos
La pandemia y el riesgo inminente de una crisis alimentaria recordaron
la importancia crucial de la agricultura y los sistemas
alimentarios. La agricultura es una de las pocas actividades
imprescindibles, así como son imprescindibles los bienes que produce.
La pandemia obligó a reforzar la resiliencia y la inclusión social y a
no olvidar los objetivos de una agricultura más sostenible y las prácticas de
adecuación al cambio climático. La sostenibilidad ambiental de la
agricultura y los sistemas alimentarios y la integración entre la agricultura y
la biodiversidad, son demandas de la sociedad que cobrarán más fuerza.
En una crisis sanitaria se valora más la calidad de los alimentos, la
inocuidad, la trazabilidad, las certificaciones de calidad y los atributos
ambientales, sociales o culturales. Los consumidores acelerarán el cambio de
sus preferencias hacia alimentos sanos, saludables y con identidad.
Durante la pandemia, se ha establecido el comercio digital, este es el
nuevo concepto de cadena corta de comercio. Se va a acelerar el
surgimiento de oportunidades para la digitalización de la agricultura y con
ello se incrementará la influencia de los consumidores en la definición de los
modelos productivos y de los bienes generados por la agricultura.
Según la FAO, pareciera ser que los sistemas alimentarios han resultado
ser más resilientes de lo que se esperaba y que las amenazas y riesgos que
podrían afectar al comercio de productos agrícolas a causa de la crisis
económica, pueden ser enfrentados a través de la optimización de los canales de
comunicación e información, así como implementar herramientas de inteligencia
comercial con el fin de realizar un monitoreo del comercio y de la demanda de
productos agroalimentarios para garantizar la seguridad alimentaria.(FAO,
Boletín #12,8-2020)
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